lunes, 14 de julio de 2008

Viaje ¿que perdemos?

TP 3 "relfexion en torno a la
seleccion de citas sobre el viaje"
Viajar es dinamismo, estar en movimiento… ir. Volver implica haber viajado. Viajar es descubrir y contar a la vuelta. Descreo con totalidad que viajar sin movimiento se pueda llegar a descubrir algo, se puede conocer, es verdad, pero no se puede descubrir. Algo hemos perdido en este transcurrir actual de aquella vieja fascinación por la sorpresa que tenían los hombres de otros siglos en su perplejidad por lo nuevo. Digo, en este mundo de aviones, Internet, tecnologías que disparan a nuestro cerebro candente constantemente, uno puede dar la vuelta al mundo no ya en ochenta días como las aventuras fantástica de Julio Verne, en tan solo dos o tres minutos con el mecanismo constante del titilante golpeteo del dedo sobre el mause podemos: abrir una ventana con la imagen de la capilla sextina y verificar en su totalidad su decoración pictórica al fresco o el tipo de construcción arquitectónica en ciudad del vaticano, cerrar en un clic las ventanas y chequear ofertas del Festival de Hans Christian Andersen en Odense y las Fiestas de Aarhus en Dinamarca, bajar información, esperar unos segundos, comparar y sin titubear entrar en el Festival Nacional de las Artes en Grahamstown en Sudáfrica; recorrerlo completamente y por si fuera poco averiguar si hay calor asfixiante a esta hora en las boutiques de la Quinta Avenida de Nueva York para comprar sin preocupación. Si, es verdad, algo estamos perdiendo de la sorpresa, del descubrir, de quedar atónitos ante lo nuevo, ya todo lo podemos llegar a conocer en esta aplastante y abundante información: agregación de conocimiento, desintegración del descubrimiento. Pero dejarse sorprender o simplemente atender a nuestra sensibilidad más remota que yace en el alma como quedar perplejo ante la embestida de lo nuevo jamás visto.
Adhiero siempre a estar en otro tiempo (concibiendo la idea de Caparros): “se establece un tiempo especifico, distinto del habitual que no es el tiempo de la vida, para recorrer lugares que no tiene para el viajero mas realidad que la de ese periodo acotado y su recuerdo”. Viajar es convocante con el tiempo y nos otorga siempre en respuesta (ubicados en ese tiempo no habitual del viajero) que se puede llegar a descubrir y terminamos sorprendiéndonos: no hay que apurar este tipo de tiempo hay que adherirlo. La idea de la “metáfora viva” de la palabra “viajar” es contemporánea del dinamismo, del movimiento… de ir. Es innegable lo de Bourdelaire que “no hay viaje sin relato” y sumaria que no hay relato sin emoción.
Para cerrar este pequeño viaje de escritura en un viaje, en cualquier viaje, todo es gozosamente falso: un paréntesis de ficción (sigo en el lineamiento de Caparros) es verdad, la inquietud del viajante es el desconocimiento de ser un “viajero condenado” con la obligación de aprovechar a ultranza todos los momentos. Pregunto y conjugo a la idea primaria: ¿perdimos la sorpresa? Turistas abstenerse.

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